Ripio que hice para la boda de la hija de unos amigos y compañeros, arquitecta ella.
PARA ELENA PALOMARES
En día tan señalado
e importante para tí
nos conviene recordar
cómo llegaste hasta aquí.
Naciste en esta Granada
poco después de Jesús;
Un año sólo te lleva,
con él ya creciste tú.
Avanzabais muy parejos,
crecíais bien rollizos,
hubo gente que decía
si no seríais mellizos.
Antes de tener la edad
en el colegio ya estabas;
allí en la Plaza de España
con Prudencia te educabas.
¿Recuerdas aquellos tiempos
cuando Jesús te avisaba
de que te agarraras fuerte
porque tu mamá arrancaba?
En Garvayo tú estudiaste
la enseñanza obligatoria,
estabas
junto a tu madre
¡te encontrabas en la gloria!
Cuando el Gobierno propuso
que al Príncipe Felipe
le adelantaran un curso,
tus padres solicitaron
y a ti te lo adelantaron.
Después, en el Instituto
Javier de Burgos llamado,
hiciste Bachillerato
con tu Jesusito al lado.
A la pareja de hermanos
os decían “los Palomares”,
sacando sobresalientes
y matrículas a pares.
El Profesor de Dibujo
que don Darío se llamaba,
te dijo que arquitectura
a tu mente interesaba.
Y a Sevilla va la Elena,
con sus diecisiete años;
tan joven fuera de casa,
¡vaya si tiene redaños.
El primer año fue fácil,
el segundo ya no tanto
y los que le van quedando
se aprueban de vez en cuando.
Tus veranos en la playa
a tope los disfrutabas
saliendo todas las noches,
volviendo de madrugada.
Concursos de chiringuitos
que por allí celebraban
todos te los recorrías
y gorras ten regalaban.
Al amanecer siguiente por tu cuarto aparecían
los gorros y camisetas
que tu padre recogía.
Hablando de cosas serias
y de funciones de hogar,
Es muy buena cocinera
y ama de casa capaz.
En la cocina funciona
como en el ordenador,
el
ratón y los fogones
los trabaja con primor.
Igual hace una cazuela
que diseña el “cortijillo”
que su “tito Pato” tiene
en la “Plaza el Pelaillo”.
El único, que yo sepa,
que no quiere su trabajo
es el “Sultán de Almuñécar”,
¡pues que se vaya al carajo!
Y acabando mis palabras
a Dios pido suspirando
que nunca os arrepintáis
del paso que estáis dando.
Todo lo dicho y contado
va en un tono distendido,
a todo el que no le guste
es que no lo ha comprendido.
Estos ripios pretendían
relajar la ceremonia,
que sea una boda bonita,
¡Y QUE VIVA NUESTRA NOVIA!
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