CAPÍTULO CUARTO
Los siguientes ripios fueron hechos a familiares, amigos y
otras personas conocidas en su jubilación o por cualquier otro asunto.
ODA A LA TAHIBA
En un
lugar de la Tahiba,
en lo alto
de un otero,
existe un
lugar sagrado,
el sitio
que yo más quiero.
Horizonte despejado diáfana luz permanente,
desde el
alba por levante
hasta
morir por poniente.
Panorama subyugante,
cautivador
de emociones,
alegra
nuestro semblante
y nos da
satisfacciones.
Lugar que
no se parece
a ninguno
conocido,
todo lo
que aquí acontece
no puede
ser traducido.
Tienes espacio bastante,
con
amplitud suficiente,
por detrás
o por delante,
das cobijo
a mucha gente.
Tu magnolio, tus rosales,
tu mimbre,
tus buganvilias,
quitas
todos nuestros males,
y mucho
nos maravillas.
¿Y qué decir de tus fuentes
refrescantes,
saltarinas?
¿No
relajan si las sientes,
que te
parecen divinas?
¿Quién ha
visto en otra parte
una
acequia con salero
con sus
cascadas con arte
famosa en
el mundo entero?
¿De tu piscina, qué hablamos
que no se
sepa bastante,
si todos,
cuando llegamos
nos
metemos al instante?
La pérgola es otra cosa,
se merece
otro cantar,
es la cosa
más hermosa
que se
pueda imaginar.
Puedes ver
un buen partido
en la
pantalla gigante
si una
tapita has cogido
con tu cerveza delante.
Es sitio de atardeceres,
nocturno,
de madrugada,
de estar
con bellas mujeres
y hablar
de todo y de nada.
Para comer
formalmente
tenemos
ventiladores
dentro de
un porche excelente
sin
insectos voladores.
Un conejo trabajado,
barbacoa,
chicharrones,
caracol en
estofado
o choto,
con dos cojones.
Esas viandas degustamos
en este
lugar coqueto
todos los
que nos juntamos
para echar
un día completo.
¿Y qué
decir de Torrente,
el
guardián de este lugar?
¿Y de
Popi, su pariente,
que
siempre quiere jugar?
Siempre se
los ve saltando
uno del
otro detrás,
no crean
que están peleando,
es cariño
nada más.
Si pasa
algún animal
moto o
coche mismamente,
no le
paran de ladrar,
igual
hacen con la gente.
Guardianes
muy cariñosos
que
custodian el lugar,
dejan
mojones hermosos;
con
cuidado hemos de andar.
En su
norte está Molvízar
con Jurite
por montera,
del sur
viene la brisa
que sube
por la ladera.
Lobres con
su Cerrajón,
el
Guadalfeo, las Jareas,
Salobreña
y su Peñón
están para
que los veas.
El Puerto
y Playagranada
con la
vega y Torrenueva,
alegran
una velada
y el
espíritu renuevan.
Por
poniente se divisa
la Rambla,
Matagallares
y Chacón
en la cornisa
son muy
bonitos lugares.
Si yo volviera a nacer
al gallo
de tu veleta
me
quisiera parecer
dando una
vuelta completa.
Ahora me
queda pendiente,
lo haré
para otra ocasión,
decir algo
de la gente
que vive
en este rincón.
Si os
agrada lo que escribo,
estos
ripios mal mezclados,
entreteneros
persigo,
los dedica
Paco Prados.
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