Los siguientes ripios fueron
hechos para el ENCUENTRO de mis compañeros de Bachiller, llamados “Los Niños
del Internado” que nos reunimos en mayo del 2019 después de más de cincuenta
años sin vernos la mayoría.
La efeméride fue en Granada y supuso una grandísima alegría para todos; fuimos acompañados por nuestras respectivas esposas, muchas de las cuales no se conocían entre ellas.
La efeméride fue en Granada y supuso una grandísima alegría para todos; fuimos acompañados por nuestras respectivas esposas, muchas de las cuales no se conocían entre ellas.
A “LOS
NIÑOS DEL INTERNADO”
Nunca hubiera yo pensado
que a esta gente tan querida
pudiera haber encontrado
después de toda una vida.
Con algunos tuve trato,
de otros, ni me acordaba
ni aun viendo su retrato,
su cara no me sonaba.
Muchos años han pasado
desde aquellos tiempos mozos,
de aquel Chapiz añorado
con sus sombras y sus gozos.
de aquellos niños me acuerdo
y de alguna travesura,
para otras no estoy cuerdo,
el “alemán” no se cura.
Me acuerdo del Albaicín,
del Aliatar, del Pañero,
Plaza Larga, el Cafetín,
a los que añoro y venero.
De la Cuesta de los Chinos,
de los tristes el Paseo,
de María la Canastera,
de Castañeda, sus vinos.
De aquellos “Diez
Mandamientos”,
de “Quo Vadis, de “Ben Hur”,
que salíamos contentos
a tomar un buen vermut.
Ya cansaros más no puedo
con estos recuerdos bellos,
dejaros pensar prefiero
y se ericen los cabellos.
Si hubiera más reuniones
versaría muchas más cosas:
hablaría de Profesores,
diría algo de comidas,
de gamberradas famosas,
de algunos muy dormilones,
de escapadas de ligones
y muchas más cosas vividas.
Para no ser muy pesado,
quiero acabar alabando
a las que han aguantado
y seguimos adorando.
Estas tan dulces muchachas,
tan buenas y cariñosas,
modositas, vivarachas,
son un manojo de rosas.
Brindemos por todas ellas
nuestras copas levantando,
porque siguen siendo bellas
y las seguimos amando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario