A "LOS NIÑOS DEL INTERNADO"
Me dice Antonio Quesada
que escriba un ripio gracioso
de una estupenda jornada,
lo que hago presuroso.
Con una misa preciosa,
solemne y abarrotada,
una familia orgullosa,
alegre y bien hermanada,
felizmente celebraba
en una hermosa Capilla
que la jornada empezaba,
muy bonita y muy sencilla.
Con el himno avemariano
solemnemente cantado,
todo alumno manjoniano
dejó la Iglesia emocionado.
Con un paseo bien pausado
por árboles formidables
volvimos al internado
con recuerdos entrañables.
Ya en el patio aparecieron
aquellos años pasados
que en neuronas se escondieron
y resurgían renovados.
Con don Fidel, la gimnasia;
política de Antiñolo;
balonmano, atletismo;
duchas, campana, frontón,
todos recuerdan con gracia,
nadie nunca estuvo solo,
todo sucedió allí mismo,
se recuerda con pasión.
La Rubia, el Yanki, Marina,
Jorge, Florencio, Chaquetas,
nuestra mente se ilumina,
nos invaden historietas.
Con aperitivo amable,
tomado a media mañana,
se pasa un rato agradable
esperando la campana.
Ya dentro del comedor,
con los mismos azulejos,
mismo túnel, mismas mesas,
con cuchara y tenedor
nos ponemos sin complejos
a recibir más sorpresas:
el potaje de habichuelas,
el arroz con langostino,
el bacalao con tomate,
traídos por guapas mozuelas,
todo regado con vino,
tuvo un bonito remate.
Postre y café bien surtidos
fueron un buen colofón
para estos niños queridos
a los que quiero un montón.
Ya sólo un detalle quedaba :
dejar constancia del día,
que Miguel muy bien grababa
y luego nos lo mandaría.
Hago con mucho cariño
estos ripios dedicados
orgulloso de ser "niño"
y me llamo Paco Prados.













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